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LA NOCHE DE LOS LIRIOS AMARILLOS

(Mixto)

         ¿Recuerdas todavía la noche de los lirios amarillos…?

La de la luna llena creciendo anaranjada
por detrás de las olas;
la del latido inquieto
galopando en las sienes;
la del silencio denso como miel en otoño…

         Callábamos, sin encontrar palabras con las que aligerarnos de aquella confusión desconcertada que nos hinchaba el pecho. Durante algunas horas, -¿cuántas fueron?-, se nos redujo el mundo a la mirada:

 Yo hurgándote en los ojos
por si encontraba en ellos
un rastro de esperanza,
hundiéndome en su nimbo azul y cristalino,
rezándole a tus lágrimas, desesperadamente,
como si fueran diosas transparentes y oscuras
proscritas de su gloria.

 

Tú clavándote entero
detrás de mi pupila,
como asiéndote al último eslabón que te quedaba.

         ¿Recuerdas todavía, viejo Amigo, nuestra única noche de lirios amarillos, bajo una luna llena de trsiteza?

Fue allí,
al sur de nuestros miedos quebradizos.
Junto al olor del Sur:
te llenaba la boca de aromas sarracenos,
te ofrecía mis labios como una muerte dulce,
como alfanjes de olas,
(las que muerden los dedos de rocas altaneras
que cierran La Herradura )


Olas que hostigan cierzos con rabia de sirena.

        Tempestad de caricias de viento y de quejido… Olas de amor que engaña y cabecea, arrullado en las sombras de los desposeídos, hasta que se les rinden, como amantes nocturnas vencidas sobre el lecho. Entonces llega el amanecer a golpearlas sin compasión ninguna, y en un arrullo último, les corta las gargantas, desangrándolas,  haciendo  que se ahoguen entre su propia espuma.

Éramos casi niños descarriados.
Y fue sólo una Noche.
Y fue sólo una Luna.
Y fueron varios Lirios…

       Como niños se amaron nuestros cuerpos, con esa crueldad de lo imposible; mientras tus ojos y mis ojos se decían un silencioso adiós desesperado, bañados en la huida de la luna.

       La misma luna que iba tiñendo lirios de aquel color efímero.

Gaviola 2005

 

PERFILES DE ESTE OTOÑO

Sigue Jaén
siendo una virgen mora vestida de doncella,
tendida sobre un lecho
de sábanas verdes aceituna.
Por almohada, la Peña; y el Castillo,
con los ojos de búho desvelado,
guardándole sus sueños sarracenos.

No, no es una cruz.
Son sombras de una espada vencedora
que desgarró sus venas magrebíes.

No, no es la media luna de alfanje y de gumía.
Es que Jaén está en cuarto menguante,
y anda peinando lunas de pena plateada.

No, no es Jaén quien gime.
Son mis labios abiertos y en desuso.

Gaviola
Viaje de 1.10.2005

 

DESTIERRO DE SU VOZ

Entonces,
su voz a todas horas…
rumor interminable,
invasor de recintos y sentinas.

Entonces,
la agonía envolvente
de canciones intactas,
y el rabioso deseo
de cavidades mudas.

¡Silencio, por piedad!
asesinad el verbo en su garganta
con pulpa de carnívoros olvidos.

Entonces,
regaste mis laureles de abandono.

El eco del silencio
aflige mis espacios.

Gaviola
10.10.2005

 

 LAS LUCES Y LAS SOMBRAS

 Entre los tres, la fractura,
la verticalidad esférica y concisa:

el cenit dividido en un alfanje
submúltiplo de un brillo capilar,
confundiendo recónditos perfiles
más allá del confín de la mirada.

 Vosotros prisioneros del destello
que anidaba mi otoño encanecido…

 Yo, presintiendo, apenas,
desde una soledad crepuscular,
vuestras voces ocultas y pretéritas.

 Estábamos midiéndole a los ojos
sus ansias por fundir el duro fleje
del rayo divisor de nuestro espacio.

En la tarde
fue tan sólo la voz
la que rasgaba el rudo antagonismo
que cercenaba con suaves armonías
las luces y las sombras.

Gaviola
CasaMora 16.9.2005

 

 POR CONVERTIR OTOÑOS EN CAUTELAS

 

 Por convertir otoños en cautelas
y percudir minúsculas nostalgias,
y sacudir la alfombra del aljófar
desmenuzando el nácar de los besos…

 Por sellarle las grietas a la sangre,
y cerrarle los grifos al latido
y cegar las acequias de las lágrimas,
y espantar gorriones anidados…

 Por querer olvidar el desamor
esculpido en la piel del eucalipto…

 …Se te han puesto los ojos
del color de las nubes en Otoño.

   

Gaviola
CasaMora. 17.9.2005

 

AHORA PODRÍA MORIRME

 Ahora podría morirme de fatiga
porque el sol está pálido
a las siete y tres penas de la tarde.

 Ahora podría morirme de sopor
porque los sonajeros
de todas las retamas extremeñas
se callaron, de pronto, temblorosos,
mientras lloraba, insomne,
en cuna de violines,
la música de fondo de los grillos.

 Ahora podría morirme de tristeza
antes de que la luna, en su proscenio,
disfrace a los jilgueros con plumas de lechuza
y redondee los ojos de las sombras.

  Ahora
           podría
                   morirme
                                sola
                                       en mitad
                                              del silencio
           
               de un viaje sin retorno---->     
                                              atemporal,                 
                                      atardecido
                             sobre
                        ojos
        injertados
  en llanto.

Gaviola
CasaMora 16.10.2005

 

 SEPTIEMBRES

 Ya están los gorriones
estabulando afanes y crepúsculos:
gris rebaño rastrero y terrenal,
errantes trashumancias
del aire hasta el barbecho
espigándole algún grano de avena
al nostálgico olvido del Agosto.

 Ya picotean voraces los flecos del verano,
cereales larvas ajusticiadas
en los cadalsos de hielos primerizos.

*

Ya está mi corazón como en otoño:
dorado y deshojándose,
sumiso, pregonando
ferocidades muertas,
reciedumbre de ramas pudorosas,
nidos abandonados por las tórtolas,
fiel verticalidad irreversible
enraizada en ti,
como sin hélices…


Y acuñando nostalgias amarillas
junto a mi manantial de soledades.

 

   Gaviola
CasaMora 16.9.2005

 

TODO ERA MINERAL

Todo era mineral, menos tu aliento.

 Este inmortal
hacer y deshacer
melancolías de acero
nostalgias emplomadas,
en cipreses tristísimos,
lacerados marfiles
tallados a cincel
desafinado

Este ir y venir
de perfiles perdidos en las grutas,
como erizos.

Estos brazos en cruz
que no revivirán al tercer día…

Recordándote.

Olas en torbellino.
Y los ojos
colgados a la altura de las olas.

 El corazón de sílice
y tú
bajo la tierra estéril del olvido.

 

Gaviola
CasaMora 19.9.2005

 

PÉNDULOS DE CARTÓN

(Mixto)

Péndulos de cartón…

…y sin sonido
el reloj donde muere
la tristísima endecha 
que sin voz me murmuras
para decirme adiós desde los ojos.

             Las lágrimas debieran ser sonoras: rugir en el venero del asombro, brotar como un volcán de media noche,  devastar las orillas de su rambla, disputarle a las sombras su dolor, y congelarse, al fin, sobre los dedos, como témpanos vivos, desollados. Pero son sólo lágrimas, que apenas se resigna a ser un poco de agua, mansa e insuficiente, para anegar de rumores lo que queda después de una emboscada de silencio.

 Ya solo sonará
el tiempo gris e inhóspito
sobre el lecho olvidado de mis besos.

Y su sonido lúgubre
retumbará en insomnios
afligidos de un duelo de presencias.

             En alguna cuneta, al borde de la noche destruida, sobre el recuerdo de alguna piel quebrada, se abren hacia el cielo las desdentadas bocas de granates huellas apocalípticas, que marcan la andadura de los viejos jinetes de los celos.

Marineda
21.9.2005

 

 
 
 

 

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